La iglesia cuanta con una riqueza incalculable en la vocación a la vida consagrada. Quienes responden con generosidad a este llamado “son hombres y mujeres sencillos que han visto el tesoro que vale más que todas las riquezas del mundo, Jesucristo” y con esta visión dejan todo de lado para acogerlo a Él en sus brazos y recorrer hasta los confines anunciando la Buena Nueva de Salvación.
Anualmente, en la Fiesta de la Presentación de Jesús, dedicamos un día para reconocer y agradecer a cada hombre y mujer que ha optado por consagrar su vida en favor de la construcción del Reino, valorando el arduo trabajo que tantas comunidades religiosas, institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica realizan en la Iglesia universal y particularmente en el territorio de la Arquidiócesis de Bogotá.